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martes, 25 de mayo de 2010

He visto cosas y te las voy a contar

Vi un cuerno de toro que entraba por el cuello de un hombre y salía por su boca como si fuera su lengua. Una lengua dura, puntiaguda.

El hombre es torero, así que no puedo decir que me haya causado demasiada congoja. Si cada fin de semana metes la mano a un avispero esperando no salir por lo menos con una picadura de vez en cuando, eres un imbécil. 

También vi una mujer con la piel arrugada, dura y reseca como la escama del más viejo reptil. La vi mientras ella compraba una Coca-Cola y pagaba con 16 monedas de 50 centavos. La vi después volver a su crucero y me vi a mí pagándole al hombre de la llantera por su amable servicio al arreglar mi llanta ponchada. La volví a ver por el retrovisor pidiendo más monedas y esperando, como tantos, como yo, que la vida pudiera mejorar por lo menos un poco al final del día.

Vi el Lago de Chapala; vi la extraña foto de un viejo político mexicano secuestrado; vi Los Soprano y me emocioné y me desvelé; vi muchos animales muertos sobre la carretera de Ajijic; saborée unas gorditas; vi a mi abuelo celebrar su cumpleaños sufriendo por el calor; vi a Inglaterra "jugar" con México y vi a muchos amigos el viernes. Pero sobre todo, durante dos amaneceres en fila vi esa mirada que me reta dulcemente y que hace que me pregunte tantas cosas, por ejemplo: ¿Por qué no te pones a escribir ya?

Regresé. Qué ganas tenía de regresar. Y sin música no hay regreso posible...









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